Cómo alimentar correctamente a un niño

Cómo alimentar correctamente a un niño
Los niños tienen una sola oportunidad para crecer y desarrollarse y es hoy. En este campo del desarrollo y la maduración, la alimentación cumple un rol fundamental para llegar al éxito. Dr. Marcelo Blank (*) Lo ideal es aprovechar cada uno de estos días, cada ocasión en que el niño se alimente para hacerlo de forma correcta y obtener el máximo de los beneficios de ello. Abordaremos en este escrito al niño sano, de entre 2 y 12 años de edad, que se encuentra bajo control pediátrico y posee un crecimiento y desarrollo dentro de los parámetros normales. La alimentación de un niño Antes que nada me gustaría hacer una diferencia entre la comida y el alimento. Lo diré de forma simple: todo aquello que venga directamente de la naturaleza o posea el mínimo proceso de manufacturación es un alimento y precisamente será lo que le ofreceremos al niño. Como regla general y, a excepción de lácteos y alimentos fortificados como la harina de maíz, si el producto viene envasado, cuanto más grande y descriptiva sea su etiqueta menos conveniente será para el niño. Dicho esto y, a menos que el médico pediatra de cabecera indique lo contrario, un niño sano luego de los 2 años de vida debe consumir todos los grupos de alimentos naturales: carne vacuna, pollo, cerdo y pescado, frutas, verduras, legumbres, hortalizas, huevos, leche, queso, arroz, pastas, pan, miel, dulces y mermeladas caseros o de elaboración artesanal y por supuesto mucha agua. Hasta acá igual que nosotros los adultos, ¡que suerte! No existen alimentos específicos para niños sanos, son sólo burdas estrategias de marketing con la que la industria “alimenticia” intenta vendernos sus productos. ¿Cómo introducir los alimentos? Existen dos métodos para tal cometido: Método tradicional: popularizado por nuestros padres allá por la década del 70: “se come lo que hay, nadie se levanta de la mesa hasta que no se termina de comer”, también conocido tradicionalmente como el método de “comé y callate”. Sistema que tan bien funcionó hasta la década de los 90. Hemos crecido sanos, fuertes, felices, y hoy somos, en su inmensa mayoría, profesionales y laburantes de profesión. Método actual: pero el mundo evoluciona y con ello la psicología infantil a tal punto que en nuestros días no se me permite dar este tipo de recomendaciones a los padres o por lo menos hacerlo por escrito. Al niño hay que escucharlo, hablarle, entenderlo, hacerlo participe de las decisiones, acompañarlo... de acuerdo. En vista de las circunstancias actuales he resumido el método actual para introducirles los alimentos a los niños y se los diré en una sola palabra: paciencia. Le ofrecemos al niño los alimentos de a poco, en forma natural, de jugos, licuados, ensaladas, sándwiches, milanesa, tartas, empanadas, tortilla, sopas. “La teoría” dice que hasta en 10 ocasiones deberíamos de insistir hasta que el niño acepte el nuevo alimento antes de darnos por vencidos. Les advertí, ¡paciencia! Vamos ahora al primer y más común de los dilemas: el niño no come. Al respecto, recomiendo diferenciar algunas variables o causas que justificarían el rechazo del niño al alimento. Lo haré con ejemplos simples. Una alergia alimentaria: el niño comió huevo y tuvo dificultad respiratoria. En ese caso realizaremos una consulta inmediata con un médico alergista y seguramente nunca más en la vida el niño debería de comer huevo. Las alergias alimenticias son extremadamente raras de ver en la clínica diaria. Una intolerancia alimentaria: el niño cuando come huevo tiene un poco de distención abdominal. De ocurrir eso, moderaremos la ingesta de huevo Y por último y por lejos lo más común en la infancia, es una manía alimentaria: el huevo no le gusta al niño porque es amarillo, blanco o porque lo puso la gallina Turuleka. Ante esta situación y, siempre sin perder la cordura ni la paciencia, le ofreceremos el alimento, en este caso el huevo, en forma directa o indirectamente como tortillas, revueltos u omeletes. En la inmensa mayoría de los niños estas manías alimentarias se curan con mucha paciencia, dedicación, constancia, entendimiento, dialogo, amor o... ¡poniendo en práctica el método uno! Existen dos razones y beneficios primordiales para introducir los alimentos en esta etapa temprana de la vida: la primera es por su aporte de nutrientes necesarios para el normal crecimiento y desarrollo del niño y la segunda es que serán estos alimentos, los naturales, los que educaran el paladar del niño y lo saciaran haciendo menos atractivos y necesarios la comida manufacturada. Esto es exactamente lo contrario de lo deseado por las empresas alimenticias. (*) Nutricionista.
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