Piercings, una moda que requiere recaudos

Piercings, una moda que requiere recaudos

Tener un piercing es algo común hoy en día, no sólo entre los adolescentes sino también entre personas adultas. Pero a la hora de colocarse uno, es fundamental tener en cuenta varias cuestiones a los fines de evitar complicaciones posteriores.


Para tener un piercing es necesario atravesar la piel de una parte del cuerpo utilizando una aguja específica, para posteriormente colocar un adorno en el orificio. Existen muchos tipos de piercing, cuya forma y tamaño dependen del lugar en el que se realiza. Entre los más conocidos están el labret, que se sitúa debajo del labio inferior; el helix, que se coloca en la parte superior del cartílago de la oreja; el navel, que cruza la piel que hay encima del ombligo; o el septum, que se hace justo debajo del tabique nasal.

En cuanto a las zonas del cuerpo más comunes para perforarse están las orejas, la nariz, los labios y el ombligo.

 

Si querés uno, tomá precauciones 

 

Al ser una práctica en la que se atraviesa la piel y además se introduce un elemento extraño en el cuerpo, el piercing conlleva ciertos riesgos relacionados con las condiciones higiénicas en las que se hace, los cuidados posteriores hasta su cicatrización, la experiencia del profesional que lo haga, los materiales utilizados, o tu propio estado de salud. Por eso, tenés que adoptar precauciones con:

Posibles contraindicaciones: antes de decidir hacerte un piercing tenés que saber que están contraindicados en algunos casos como, por ejemplo, personas con problemas cutáneos, alérgicos a los materiales del pendiente, personas que toman medicamentos anticoagulantes... Lo ideal es que le consultes a tu médico de cabecera para no sufrir complicaciones posteriores. Él, mejor que nadie, te va a saber decir si estás en condiciones de colocarte uno.

Zona donde te lo ponés: la perforación conlleva más o menos riesgos dependiendo del lugar de tu cuerpo donde te lo hagas. Las partes donde hay más cantidad de vasos sanguíneos son las más sensibles, ya que pueden dañarse durante la punción. También es peligroso colocar un piercing sobre lesiones de la piel como cicatrices, manchas, verrugas, quemaduras o lunares.

Materiales del pendiente: es una parte especialmente importante porque no vale cualquier metal para decorar tu cuerpo con un piercing. Se recomienda utilizar adornos fabricados en materiales que sean menos propensos a las infecciones como titanio, acero quirúrgico, oro de al menos 14 quilates (aunque es preferible de 18 quilates cuando está recién hecho el orificio), bioplástico o silicona.

El lugar al que vayas: asegurate de que el local donde te vas a hacer el piercing cuente con unas condiciones higiénicas impecables para evitar infecciones o el contagio de enfermedades. Además, el establecimiento debe tener una estancia ventilada de uso exclusivo para las perforaciones, y el instrumental tiene que estar siempre esterilizado. Observá que las agujas sean desechables.

El profesional del piercing: no te pongas en manos de cualquiera. Procurá que se trate de un técnico experimentado en esta actividad y que además siga unas normas higiénicas básicas, como lavarse las manos antes de hacerte el orificio, usar guantes quirúrgicos, desinfectar bien la región del cuerpo antes de comenzar, o no tener comportamientos inadecuados, como beber o fumar mientras trabaja. Los tatuajes y los piercing pueden ser la puerta de entrada a infecciones cuando no se sigue un estricto protocolo sanitario, por lo que hay que estar muy atentos a los días posteriores. Si la zona se infecta y hay fiebre, debe consultar rápidamente al médico para determinar el tratamiento.

 

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