¿Y después?

Es tan marcado el entrenamiento en la evitación de lo que “no es fácil” que, con tal de eludir posibles esfuerzos del detenerse a pensar, los chicos están más pendientes de lo que vendrá después que de lo que está haciéndose en el momento.
Psp. Ma. Alejandra Canavesio (*)
“De común acuerdo busco la lotería, nos sentamos en la alfombra, abro la caja, saco los cartones y, antes de hacer lo mismo con las fichas, mira la estantería y me pregunta: ‘¿después qué vamos a hacer?’… Entonces le respondo que no sé, que ahora vamos a dedicarnos a esa lotería y que después veremos… Al escucharme, suspira profundo, observa las piezas del juego que tiene delante de sí, me ayuda a mezclarlas en un montón y levanta la vista hacia mí: ‘pero…¿vamos a poder jugar tres o cuatro partidos?’…”
Tanta es la sed de acción que caracteriza a nuestros niños hoy, que acaban perdiendo de vista aspectos fundamentales para sus aprendizajes. Como les cuesta estar quietos y precisan hacer, hacer y hacer… simplemente por hacer pero para nada más allá del procurar embotarse y pasar el tiempo “sin aburrirse”, no alcanzan a focalizar la atención, no se concentran ni dedican y, mucho menos, sacan provecho de la situación que están viviendo.
Es tan marcado el entrenamiento en la evitación de lo que “no es fácil” que, con tal de eludir posibles esfuerzos del detenerse a pensar, están más pendientes de lo que vendrá después que de lo que está haciéndose en el momento, y no precisamente desde una postura de precaución para prevenir.
Anticipar es hacer que ocurra o tenga efecto alguna cosa antes del tiempo regular o señalado. Anticiparse implica, pues, adelantarse para…¿terminar de una buena vez?... ¿llegar primero?... ¿ganar?…
Lo que sí resulta claro es que esa actitud de estar más pendiente del después que del ahora no tiene su basamento en pretender prever consecuencias sino en la evitación de la situación presente, no posibilitando el goce ni el aprovechamiento de lo que se tiene y/o está haciendo.
La inquietud y agitación que gobiernan al niño cuando quiere saber antes de que suceda, en estos casos, son señales de ansiedad y no de interés en la previsión. Ese querer conocer porque sí nomás, sin un fin específico, no permite el sosiego necesario como para poder tener en cuenta lo que se tiene delante, considerarlo y aplicar el propio entendimiento a su servicio, para aprovecharlo. Si no es ansiedad por querer que se termine y poder pasar a otra cosa, es ansiedad por eternizar el momento, pero siempre el trasfondo es el mismo: eludir y evadirse; pensar lo menos posible y repetir por mecanización.
Desde muy pequeño, el niño debe aprender que absolutamente todo aquello que hace sigue los pasos de un proceso… que comienza, continúa y finaliza en un tiempo determinado que, generalmente, supera los veinte segundos. Se trata de un paso a paso con objetivos que le imprimen sentido a la acción, porque se obra de tal o cual modo por algo y para algo. Siempre. Por placer o no, pero con responsabilidad y sentido, porque cada uno es artífice de su propio accionar para el aprendizaje.
Sólo en la medida en que el niño sea capaz de percibir lo que tiene delante y se percate de su utilidad, podrá sacar provecho para sí, disfrutándolo, en el momento preciso en que esté presente y, aprovechándolo AHORA, podrá aprender lo que le sirva para DESPUÉS.
(*) Psicopedagoga. Mat.Nº279.L.I.F.8
La actitud de estar más pendiente del después que del ahora no tiene su basamento en pretender prever consecuencias sino en la evitación de la situación presente.
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